Sitio curricular de Osvaldo Sánchez.
Músico argentino, compositor e investigador.
Sus creaciones están basadas en los sonidos originarios de Sudamérica aplicados al desarrollo intelectual de la música universal.

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Reportaje a Osvaldo Sanchez


Reportaje a Osvaldo Sánchez
Programa de radio "Por amor al arte"
Conducido por Adolfo Barbosa y Alberto Rodríguez Folia
Radio de La Costa, Partido de La Costa, Buenos Aires, Argentina
Audio en siete partes:

Meulén, sonido real - O.S. en guitarra


Meulén -viento, según los Mapuche-, es una pieza para guitarra clásica cuya primera parte y parte final fue compuesta originalmente como un ejercicio. La convertí luego en obra corta al agregarle la parte media.
Se trata de pentafonía incaica pura con cambios de escalas a manera de modulaciones.


El aguante roquero, nota para la revista cultural Lilith



El aguante roquero
Palabras y sonidos en la noche de facto
Por Osvaldo Sánchez

Con la cercanía de la noche la tarde cae en ese pozo de sombras al que Cadícamo le cantó desde un tango. Y cada vez que veo al sol último descubro en esa distancia sin medida las imágenes que mi mente archiva, que son parte de la memoria verdadera, única capaz de cuidar y transmitir las realidades de siempre, las que valen.
Pienso todo esto antes de salir a caminar entre la gente. Y para no sentirme como el fantasma de Canterville versión Carlitos García.

I. Ayer nomás en el colegio me enseñaron que este país es grande y tiene libertad.

El despacho del comisario seguramente es como cualquier otro, con el mismo escenario apagado, intimidatorio y cruelmente burocrático. Un cabo parado junto a su superior, una silla para el detenido, otra para la autoridad y un retrato de San Martín en la pared. El muchacho que está siendo interrogado tiene mirada inteligente y aspecto irreverente, es delgado y viste demasiado informal para la época, le dicen Moris. El comisario lo mira fijo y le pregunta si le parece andar con esa pinta de marica y con el pelo largo. Por respuesta recibe un gesto: señalar la pintura gigante del libertador luciendo una abundante cabellera.
La única arma que tenían los roqueros en aquellos primeros años tenebrosos era la inteligencia. Fue la época en que la poesía se transformó en vigorosos versos concebidos sobre asfaltos llovidos de prejuicios. Toques de queda, cortes de pelo a la fuerza en las seccionales, imposibilidad de reunirse en las esquinas, apariciones policiales en los recitales dando palos sin preguntar, tijeretazos a los pantalones vaqueros de abajo hacia arriba hasta dejarlos llenos de flecos, autoritarias entradas con temibles perros a las aulas secundarias y universitarias. No había otra manera de contestar a los atropellos tan cotidianos más que con un activo pensamiento inteligente. En algunos casos actuaron escribiendo canciones valientes, la mayoría censuradas; pero más tarde, cuando se hizo noche en serio, el aguante roquero usó su propio código basado en la imaginación.
Los métodos de represión tenían su lógica, la juventud fue siempre un peligro potencial para cualquiera que tenga el poder. Los jóvenes, al tener menos que perder, arriesgan más. En esos tiempos el cambio fue algo así como un agregado genético. Y entre tantas cosas que cambiaron cambió el sonido.

II. Si algo ha cambiado eso es nosotros; el otro cambio, los que se fueron.

La diferencia entre los sonidos ejecutados voluntariamente por una persona respecto de los sonidos del ambiente o naturales radica en la cualidad de lo expresivo. Puede resultar difícil entender que un sonido cambie, pero la tarea se facilita si comprendemos que cuando el ser humano interpreta una melodía lo hace siempre bajo alguna influencia emocional.
Como no va a cambiar entonces el sonido en un tiempo en que lo emocional estuvo íntimamente relacionado a lo social. Acontecimientos como los ocurridos a partir del año 1966 modificaron al arte. Consecuentemente apareció una camada de músicos talentosos e imaginativos henchidos de un fervoroso deseo por cambiar el mundo desde lo creativo y de un brioso acto de resistencia ante aquel poder que tuvo a la juventud como víctima elegida. Esa resistencia vivió exclusivamente en la palabra alentadora, en la composición de canciones profundas, en los sugerentes títulos de algunos discos: Estamos en la pecera (Vox Dei); Despertemos en América (Litto Nebbia); Rock de las heridas (Piel de Pueblo); Desatormentándonos (Pescado Rabioso); Salgan del camino (La Cría Rockal); Tontos (Billy Bond y La Pesada del rock); etc. Nunca desde la agresión o la perorata a romper cosas. Invito a que se revise la historia musical y poética de Almendra, Vox Dei, Manal, Moris, Sui Generis, Invisible, Tanguito, Arco Iris, Pescado Rabioso, Miguel Abuelo, Pedro y Pablo, Porchetto, Aquelarre, Color Humano, Pastoral, Litto Nebbia, Pappo, Lebón y de cualquier otro artista perteneciente a aquella movida para comprobar si en algún rincón de sus creaciones asoma un solo atisbo de violencia.
Volviendo a lo sonoro, aquella caligrafía musical se definió con pureza en un estilo que aún luego de 40 años es imposible de catalogar o de comparar con otros, es propio y tiene su sello como el tango y el folclore. Ese sonido podrá ser en el futuro estudiado por musicólogos o antropólogos, pero tendrán serias dificultades para comprenderlo en esencia porque tiene por materia prima al lenguaje del alma. Nadie lo expuso mejor que Luis Spinetta en su manifiesto Rock, música dura, la suicidada por la sociedad, publicado en 1974 en el único número del periódico Rolanroc: “...los proyectos en materia de rock argentino nacen de un instinto. El rock no es solamente una forma determinada de ritmo o melodía. Es el impulso natural de dilucidar a través de una liberación total los conocimientos profundos a los cuales, dada la represión, el hombre cualquiera no tiene acceso. El rock muere sólo para aquellos que intentan siempre reemplazar ese instinto por expresiones de lo superficial...”

III. Los que están en el aire pueden desaparecer en el aire, los que están en la calle pueden desaparecer en la calle. Los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer.

Esta noche el cielo aparece cerrado por los paraísos de ambas veredas. Y la luna vibra insegura enredada entre las ramas más altas. El empedrado que aún queda en esta calle recibe la luz gris perlada de los faroles de la esquina que amontona sobre una de sus veredas el kiosco, la farmacia y el puesto de diarios. Desde aquí los vi por última vez.
Ella venía de un barrio populoso, él tocaba la guitarra muy mal. El día que se conocieron ella lo invitó al recital organizado por el Padre Mujica. El evento tendría lugar en una villa usando por escenario el techo de una construcción, ahí brindaron para unos cuantos marginales su zapada roquera Pappo, Spinetta, Miguel Cantilo y alguno más.
Por esos años muchos jóvenes se ofrecían voluntariamente a brindar ayuda en las villas, ella ya colaboraba con el proyecto y él, no sé si por enamorarse de primera o sensibilizarse con la idea, se sumó al grupo. Mientras ella enseñaba a leer y escribir, él transmitía acordes de guitarra. Jamás escuché de sus bocas ningún insulto al poder; nunca portaron armas o arengaron a la violencia. Y una noche como esta, desde esta misma esquina vi la llegada de un coche verde frenando ruidosamente. Adentro había tres tipos, dos se bajaron ágilmente; el primero lo dobló a él de una patada al estómago; el segundo arrastraba a ella de los pelos. Se los llevaron. No supe más nada de ellos.
No es posible hablar del aguante roquero durante la última dictadura sin incluir lo que venía ocurriendo desde diez años antes ya que el Proceso continuó el recorrido de otras dictaduras anteriores alternadas con períodos democráticos sin libertad. Aclaro entonces que le llamo noche de facto al período que va de 1966 a 1982 porque con variantes propias cada poder de turno tuvo su metodología avalada por gran parte de la sociedad. Hacia fines de los 60 ya habitaba en la mente del hombre común el oculto deseo de sacarse de encima a los “distintos” dentro del sistema establecido; muchos civiles estimularon la represión desde su actitud, denunciando a los “sucios melenudos” por odio personal o porque les producía vaya a saber que cosa el simple hecho de verlos juntarse. Esta crónica no busca detallar estrictamente la sucesión de los hechos; simplemente revisa viejas fotos dispersas para no olvidar.
Desde esos primeros días tenebrosos se hizo visible el accionar de grupos operativos que a través de infiltrados procedían para instalar en el conjunto social la idea de que la violencia provenía de los melenudos. Claro que se metían “pesados” dentro del movimiento roquero, pero ellos no pertenecían ni ideológica ni espiritualmente a ese grupo de talentos creativos que renovaron los aires musicales y poéticos de un Buenos Aires que fue testigo a partir de 1966 del nacimiento de su tercera música nacional, el roclore, el rock argentino. Naturalmente, como todo lo humano, la cultura roquera tuvo y tiene defectos y virtudes. Si quieren otro día hablamos de los defectos; la crónica de hoy está dedicada a la resistencia roquera, una de sus varias virtudes.

IV. Cuanto hace que no salgo ni siquiera a caminar, que no veo a mis amigos en un bar para charlar. Cuanto hace que no duermo nunca en paz esperando que ellos lleguen a mi puerta para golpear.

Un puñado de músicos, pintores y otros artistas sobrevivían en comunidad en una vieja casa. Las agrupaciones parapoliciales habían visitado el lugar bastante seguido, pero en esa oportunidad la orden era fusilar. Invariablemente entraron dando golpes y ya con las ametralladoras listas para disparar el jefe del operativo descubre entre ellos al mono Cohen, uno de los pintores del grupo al que conocía de algún lado, le dice que tiene orden de reventarlos, pero decide dejarlos vivos con la condición de que se rajen del país. Algunos se escondieron durante un tiempo vaya a saber donde, otros se fueron para Europa como pudieron. Con el tiempo trascendió su música, se llamaron La Cofradía de la Flor Solar.
¿Y porque la orden de fusilar? En los 70 el poder tenía en la mira a los comunistas y para algunos genios de la época comunismo y comunidad era lo mismo. Hoy cuentan la historia los sobrevivientes; otros miles durmieron su talento en los pozos que cavó el poder durante la noche de facto.
La sociedad estaba mentalmente preparada para la advenimiento de una dictadura más y con su arribo se produce la era más tenebrosa para la libertad artística. Antes de ella había sido difícil manifestar ideas, pero luego era imposible hacerlo directamente. Por eso el arma más eficaz del aguante roquero fue la inteligencia, había llegado la hora de decir las cosas de manera que los represores no las entendieran. Y lo lograron.
En pleno Proceso de Reorganización Nacional aparece El Expreso Imaginario, revista de ecología, cultura, arte con Jorge Pistocchi y Pipo Lernoud al frente. En sus hojas jamás se cuestionó al poder de manera directa, pero su contenido encerraba mensajes ocultos que ningún fundamentalista podría comprender. Una de sus ediciones trajo en la tapa a John Travolta con un tomatazo en la cabeza. ¿Qué significaba esto? El rechazo a toda la basura que se quería imponer a los jóvenes. La cultura de Fiebre de Sábado a la Noche fue un complot contra la libertad de expresión y crecimiento, se buscaba dar una imagen de gente joven divirtiéndose o preocupándose sólo por lo que estaba más acá de su propia nariz. El diseño de tapa tenía el objetivo de transmitir algo sin que los tiranos lo entendieran y así ocurrió.
En lo musical el movimiento dio frutos maravillosos. Con el trío de Spinetta llamado Invisible y con el tercer disco de Sui Generis, Pequeñas anécdotas sobre las Instituciones aparecen desde 1974 hasta 1979 una serie de bandas de exquisita factura sonora: Ave Rock, Espíritu, Alas, La Máquina de hacer pájaros, M.I.A., Crucis, Serú Girán y Bubú entre otros.
Desde el comienzo de los años tenebrosos hasta su fin -la guerra de las Malvinas- se buscó esa manera perspicaz de dar mensajes de disconformidad desde las letras de las canciones: el tema Basta ya del álbum Buenos Aires Blus de La Pesada simplemente repite varias veces “basta ya” y se define diciendo “y va en serio”, eso es toda la letra.
La resistencia creativa se ofrecía desde varios lugares. Los jóvenes se buscaban en los parques para intercambiar libros, discos y elementales revistas de edición casera con poesías, dibujos, notas de contenido ecológico. Una metáfora bien dicha era más efectiva que una frase directa; el “hay que aguantar, loco” un susurro motor.
Considero valioso transcribir en su totalidad la letra más emblemática que dio la cultura roquera en pleno Proceso como modelo de denuncia inteligente. Pertenece a Charly García, se llama Canción de Alicia en el País, es del álbum Bicicleta de Serú Girán aparecido en 1980 en plena dictadura. En ese tema el autor aprovecha las conocidas historias de Lewis Carroll cuyo personaje se llama Alicia para decir otras cosas. Es evidente que los dictadores conjeturaron que Charly refería eventos de ese libro, ustedes juzguen si fue así:
“Quien sabe Alicia este país no estuvo hecho porque sí/ te vas a ir, vas a salir, pero te quedas, ¿dónde más vas a ir?/ Y es que aquí, sabes, el trabalenguas traba lenguas; el asesino te asesina y es mucho para ti/ se acabó ese juego que te hacía feliz/ No cuentes lo que viste en los jardines, el sueño acabó, ya no hay morsas ni tortugas/ Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie/ juegan cricket bajo la luna/ Estamos en la tierra de nadie pero es mía, los inocentes son los culpables dice su señoría, el rey de espadas/ No cuentes que hay detrás de aquel espejo, no tendrás poder, ni abogados, ni testigos/ Enciende los candiles que los brujos piensan en volver, a nublarnos el camino/ Estamos en la tierra de todos, en la vida, sobre el pasado y sobre el futuro, ruina sobre ruinas, querida Alicia.

V. ¿Para quién canto yo entonces? Yo canto para la gente porque también soy uno de ellos. Ellos escriben las cosas y yo les pongo melodía y versos.

Muchas fueron las canciones valientes que en la era tenebrosa se crearon, varias de ellas censuradas en su época y rescatadas con la llegada de la democracia. Aquí fragmentos de algunas de ellas:
§ “Uno ya no puede estar tranquilo ni seguro de su integridad, andan sueltos y te comen vivo con la excusa de ganarse el pan. Aparecen en cualquier esquina y te huelen saco y pantalón...a un compañero mío lo agarraron entre dos o más, le mordieron la melena a gritos, ni lo dejaron manifestar disconformidad...” (Los perros homicidas, Miguel Cantilo, del álbum Yo vivo en esta ciudad, Pedro y Pablo, 1970).
§ “Para los que toman lo que es nuestro con el guante de disimular, para el que maneja los piolines de la marioneta universal, para el que ha marcado las barajas y recibe siempre la mejor, con el as de espada nos domina y con el de bastos entra a dar y dar...”(La marcha de la bronca, Miguel Cantilo, del álbum Yo vivo en esta ciudad, Pedro y Pablo, 1970).
§ “Me pregunto si nunca tuviste ganas de matar, en el fondo de tu alma escondido está Mr. Hide. Es inútil el disimular, a vos mismo no te engañes más, en tu cuerpo en el fondo está Hide...” (El regreso del doctor Jekill, Ricardo Soulé y Willy Quiroga, simple, Vox Dei, 1970).
§ “Apremios ilegales, abusos criminales, tu condición humana violada a placer, los perros homicidas mordiendo tus heridas y el puñetazo cruel que amorata la piel...hasta cuando todos disimularán lo que saben y prefieren callar...”(Apremios ilegales, Miguel Cantilo, del álbum Conesa, Pedro y Pablo, 1972).
§ “Padre, hoy estuve preso por cantar canciones de rock...” (Canción octava, Raúl Porchetto, del álbum Cristo Rock, 1973).
§ “Hombres de hierro que no escuchan el grito, hombres de hierro que no escuchan el dolor. Gente que avanza se puede matar pero los pensamientos quedarán...” (Hombres de hierro, Gieco, del álbum León Gieco, 1973)
§ “Pobre Juan, que lástima me das. Todos los reprimidos seremos tus amigos cuando tires al suelo tu disfraz...” (Juan Represión, Charly García, del álbum Pequeñas anécdotas sobre las Instituciones, Sui Generis, 1974).
§ “Tengo los muertos todos aquí, ¿quién quiere que se los muestre?...elija usted: ¿en cual de todos ellos se puso a pensar?...cuántas veces tendré que morir para ser siempre yo y no ése que duerme tranquilo después de asesinar sin saber, y ríe en su casa con el cuerpo limpio de muertes, sólo con su propia muerte, pequeña, trivial en su espalda...algo anda mal señor ¿qué es eso rojo en su pantalón?...(El show de los muertos, Charly García, del álbum Pequeñas anécdotas sobre las Instituciones, Sui Generis, 1974).
§ “Una vez que estalló la hermosa catedral la gente se agitaba en las veredas. Y fue así que al pasar tarde ese dolor, siguieron trabajando hacia la guerra, entonces fueron muchos más los árboles caídos para siempre...” (Árboles caídos para siempre, Aquelarre, del álbum Siesta,1975).
§ “Satanás volverá a bien castigarnos por dudar del rey de este lugar, por probar el vino y al agua salada... (Por probar el vino y el agua salada, Charly García, del álbum La máquina de hacer pájaros, por la banda homónima, 1976).
§ “Cuando la noche te hace desconfiar yendo por el lado del Río la paranoia es quizá nuestro peor enemigo...déjenme en paz, no quiero más, no hay esperanzas en la ciudad... (Hipercandombe, Charly García, del álbum Películas, La máquina de hacer pájaros, 1977).
§ “El gorrión le quitó la casa al hornero, un ave de rapiña picoteaba un cordero, la lechuza se prendió de los ojitos de una rana chiquita y de un sapito. Todas las abejas y todas las ovejas fueron masacradas por la gran araña... (Tema de los mosquitos, León Gieco, 4ºL.P., 1978).
§ “Cuanta ignorancia corre por tu cuerpo hoy. Ni siquiera te entregas al bien, no sin pensar porque. ¿Cuánto tiempo más llevará?... (Cuanto tiempo más llevará, David Lebón, Bicicleta, Serú Girán, 1980)

Los títulos de cada ítem pertenecen a fragmentos de los siguientes temas musicales.
I. Ayer nomás, de Moris y Pipo Lernoud, del álbum “30 minutos de vida”, de Moris.
II. El otro cambio, los que se fueron, Litto Nebbia, del álbum “Muerte en la catedral”.
III. Los dinosaurios, Charly García, del álbum “Clics modernos”.
IV. Blues del terror azul, Claudio Gabis, del álbum “Claudio Gabis y la Pesada”.
V. Para quien canto yo entonces, Charly García, del álbum “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, de Sui Generis.

Se recomienda leer:
Historia del rock en Argentina, Marcelo Fernández Bitar, Editorial Distal 1993.
Historias del rock de acá, Ezequiel Abalos, Editora AC 1995.
Enciclopedia Rock Nacional 30 años, dirigida por Pipo Lernoud, Ediciones Mordisco 1996.
Como vino la mano, Miguel Grinberg, Ediciones Mutantia 1985.


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